Finalmente se está demostrando la tesis sobre lo dañino que ha resultado para el ser humano el Capitalismo. Ha dañado al individuo en todos los órdenes: lo convirtió en un ser indolente de su prójimo, insensible de los agravios a su especie e incapaz de vivir en comunidad con los suyos y en comunión con su medio ambiente. Lo volvió consumista, egoísta, frívolo y sumamente solitario.
El Capitalismo le convenció de que solo valía por aquellos bienes de consumo que poseía, a pesar de que todos los días mermara su capacidad de compra.El Capitalismo es dañino a toda prueba sin embargo es sumamente difícil de vencer en tanto dejó de ser sólo un modelo económico para convertirse en un nuevo sentido común. Por eso ante la sola idea de que éste pueda dejar de funcionar, se activan las alarmas de aquellos a quienes convenció para extirpar tan temeraria idea.Desde luego solo ha sido posible gracias a la irrestricta ayuda de los medios de comunicación masiva que inyectan a la población una idea concreta para dirigir la opinión pública en su beneficio; permitiendo así la dócil adhesión a su ideario político y lenguaje hegemónico sin tener que recurrir a la violencia.
Y vaya que lo ha logrado: el solo hecho de pensar en que un día no pudiera comprar cosas, el individuo se vuelve agresivo para defender su derecho a consumir productos superfluos e innecesarios.
El sociólogo y filósofo alemán Herbert Marcuse, explica en su libro “El hombre unidimensional” (1964) que “la función básica de los medios de comunicación es desarrollar pseudo-necesidades de bienes y servicios fabricados por las grandes corporaciones, atando así a los individuos al tren del consumo y a la pasividad política”. Es entonces que somos gobernados y nuestras mentes amoldadas; nuestros gustos formados y nuestras ideas sugeridas en gran medida por hombres de quienes nunca hemos oído hablar.En los medios masivos se crea la opinión pública que no es una mera y genuina opinión del público sino una versión distorsionada de la realidad, creada a través del sesgo informativo.
Desde luego no todo está perdido y el uso de las redes sociales de forma responsable, articulada e inteligente, son la alternativa.
Nunca antes el ser humano había estado tan conectado y por tanto con acceso pleno a la información: es momento de aprovecharlo. Si el individuo, históricamente desinformado cambiara esa premisa, estaría ya surgiendo un nuevo individuo lleno de una sólida conciencia crítica, sustentado en valores caídos en desuso pero presentes en nuestro código atávico como la solidaridad y la indignación colectiva ante la corrupción e injusticia imperantes y estaría dispuesto a quebrantar las normas y las leyes impuestas por el sistema dominante; se convertiría en un individuo multidimensional generador de un tsunami popular de denuncia del actual déficit democrático, social y de valores. Sería en potencia un instaurador del caos constructivo y terminaría por diluir aquello que inhibe el despertar colectivo tan urgente y necesario para los tiempos aciagos que se avecinan en el país y desde luego en el mundo.
El Capitalismo, ya digo, será invencible hasta que decidamos recobrar el sentido común que un día nos arrebató.
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